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La importancia del reconocimiento de las enfermedades mentales

¿Por qué está tan en boga la Salud Mental? En los años posteriores a la pandemia hemos entendido como sociedad que nuestro bienestar emocional, psicológico y social es tan relevante como la salud física.     Nuestra Salud Mental influye en cómo pensamos, sentimos y actuamos; cómo manejamos el estrés, cómo nos relacionamos con el resto […]
2023-04-28

¿Por qué está tan en boga la Salud Mental? En los años posteriores a la pandemia hemos entendido como sociedad que nuestro bienestar emocional, psicológico y social es tan relevante como la salud física.  

 

Nuestra Salud Mental influye en cómo pensamos, sentimos y actuamos; cómo manejamos el estrés, cómo nos relacionamos con el resto y las decisiones que tomamos. 

El cuidado de nuestra mente es importante en la infancia, adolescencia, adultez y también vejez. 

En Chile tenemos una gran población adulta mayor y el cuidado de su calidad de vida y estabilidad física son pilares de acción del Estado hace varios años. Sin embargo, en el último tiempo, hemos sido testigos de cómo se ha instalado la conversación respecto a lo que pasa con nuestra psiquis. 

 

Salud Mental en la tercera edad 

Muchas veces los síntomas o diagnósticos mentales son subestimados en la población mayor. Atribuimos ciertas conductas y estados de ánimo a la edad como si esa respuesta fuese el inicio y fin del impacto de la deficiencia anímica. 

La irritabilidad, la poca tolerancia a la frustración o el aislarse pueden ser mucho más que una fase de «volverse viejo». 

Estos síntomas no sólo son primeros indicios de la demencia, debido al déficit de nuestra calidad cognitiva, también son factores a los que ponerle atención porque pueden representar otras enfermedades mentales más allá de diagnósticos como el Alzheimer. 

La depresión, la ansiedad y la demencia van de la mano y son enfermedades comunes en la vejez. ¿Por qué nos importa entender esto? Porque el impacto que tiene nuestra mente en nuestro cuerpo, calidad de vida y redes de contención es inseparable.

Afecta el día a día porque perdemos el sentido de lo que hacemos, y no solo de manera literal como consecuencia de síntomas como la pérdida de la memoria, si no que también de manera emocional. 

 

Ser cuidador de cuerpo y mente

¿Para qué me cuidan si ya estoy viejo?, ¿cuál es el sentido de perder dinero y tiempo contratando cuidadores o ingresando a un centro? Son algunas de las interrogantes a las que se exponen personas con diagnóstico de Alzheimer en la tercera edad. 

El cuidado va mucho más allá de alimentar a alguien. Está en nuestras manos el acompañar el recorrido de entender el diagnóstico, las consecuencias que tiene, que muchas veces desencadenan en impactos mentales y emocionales.

Si la persona mayor perdió el sentido de su vida, parte del cuidado es recordarles que son sujetos importantes, que son queridos, que no se les acabó la vida por tener más dificultades de desplazamiento o comunicación, que queremos acompañarles mientras sea posible. 

El bienestar emocional y mental del adulto mayor es un cimiento firme para que tratamientos de distinto tipo tengan mayor efectividad. 

Si la persona con Alzheimer tiene una buena actitud y disposición ante el día a día, notaremos cómo sus ganas de conversar, seguir aprendiendo y contando historias van ayudando a mantener una actividad cerebral activa. 

Por eso el rol del cuidado es tan importante en todas sus aristas. Mantener rutinas para demostrar aprecio como preguntar cómo se sienten, qué les gusta, qué prefieren, e incluso qué les molesta y les hace sentir incómodos, son claves para que el avance de la demencia no sea un proceso tan doloroso. 

 

Cuidar al cuidador

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Y eso también aplica para quien cuida: ¿cómo nos sentimos viendo a nuestro familiar en una edad tan avanzada y con dificultades motrices y cognitivas? Démonos el espacio para entender que es una realidad compleja. 

Ver el deterioro de quien queremos nos afecta. No sólo hablamos del avance inminente de la edad pues el acto de cuidar también conlleva una carga emocional grande para quien ejerce esta responsabilidad. 

El cotidiano puede ser agotador en lo físico pero también en lo psíquico. Contener la tolerancia a la frustración, soportar cambios de ánimo y actitudes erráticas repercute en nuestro ánimo, por lo que tener espacios de contención mientras cuidamos es una buena forma de no generar rencores ni conflictos con quien se cuida. 

Si bien hay diagnósticos muy severos de depresión, ansiedad o bipolaridad que hay que tratar en paralelo al Alzheimer, hay síntomas iniciales que podemos ir trabajando de manera recíproca y retroactiva para que ninguno de los involucrados descuide su calidad mental.

¿Cómo nos sentimos hoy?, ¿Qué me gusta de tu compañía y qué me disgusta?, ¿Qué podemos cambiar para sentirnos más alegres o entusiastas con el día que comienza?, ¿Qué gustos compartimos y podemos poner en práctica para enriquecer nuestra relación y convivencia? Son algunas preguntas que podemos hacernos cada cierto tiempo, a modo de repaso y seguimiento de nuestro estado emocional, ya sea del cuidador o cuidado. 

Tal como cuidamos nuestras articulaciones, nutrientes, vista y audición para tener una vejez más llevadera, tenemos que estar en primera línea de preocupación con la estabilidad emocional y el óptimo funcionamiento de nuestras herramientas para enfrentar las dificultades de la vida y su avance. 

 

Un tema que te invitamos a conversar con los tuyos y profundizar en nuestro Blog. Si tienes algún familiar con demencia senil como el Alzheimer, no descuides otros factores como su emocionalidad y estabilidad mental.

Si necesitas asistencia técnica, conversar con algún experto o conocer cómo acompañar al diagnosticado, puedes contactar al completo y multidisciplinario equipo de salud de Villas Solares.